jueves, 7 de mayo de 2009

Capítulo 17

Sí, la verdad es que me acuerdo perfectamente y fue muy duro. Me acuerdo de aquella tarde de domingo, en que cuando salía de la ducha, recibí una llamada desesperante de Pablo.
- ¡Lucía, Lucía, ven por favor!
- Pablo, ¿qué te pasa, estás bien?
- Es mi padre, Lucía, mi padre, le ha dado un infarto.
- ¿Un infarto? ¿dónde está?
- En el hospital del centro, ven, por favor, está muy mal.... te necesito.
- Ya voy, cariño, ahora mismo estoy allí.Cuando llegué, la escena era horrorosa, Marta, la hermana mayor de Pablo, abrazaba a su madre que lloraba en una silla totalmente aturdida, como si realmente no asimilara lo que estaba pasando... en cuanto vi a Pablo, apoyado en la pared, sin moverse fui a donde él y lo abrace, alcanzando a oír lo que Pablo me decía en un susurro entrecortado...
- Ha muerto, Lucía... mi padre ha muerto... no ha podido afrontar un segundo infarto... –Y se puso a llorar, lloraba mientras yo le abrazaba y acariciaba la espalda, sin saber qué hacer... Yo tampoco pude aguantar mis lágrimas mucho más... Sé que tenía que sacar fuerzas para ayudar a Pablo a soportarlo todo, pero saber que una persona tan joven como el padre de Pablo, ya no viviría más, no estaría más con su familia, ni vería crecer a sus hijos... me partía el corazón más aún, ver a Pablo así... son dolores indescriptibles. Como el que siento ahora por lo de Carol, bueno, nunca es bueno comparar dos dolores. Mejor no pensar en eso. El caso es que el día siguiente a la muerte de Ernesto, el padre de Pablo, fue horrible, yendo al tanatorio, viendo a la familia lo mal que lo estaba pasando... y el día del funeral... recuerdo perfectamente cada instante, creo que nunca lo olvidaré... desde muy temprano estuve con Pablo en su casa. El entierro era a las doce del medio día. Como la familia, teníamos que presentarnos antes. Encima Pablo era uno de los que llevaba el ataúd. Después de dejarlo junto con otros familiares, junto al altar, se sentó junto a mí y su hermana, que a la vez agarraba las manos de su madre, rota en dolor y lágrimas. Durante todo el entierro, Pablo demostró una entereza inigualable, sólo cuando salió a decir el discurso que habíamos preparado la tarde anterior, se deslizaron por sus mejillas unas lágrimas fugitivas. Ya cuando se sentó otra vez en el banco de la iglesia, rompió a llorar todo lo que había guardado para sí. Tras el entierro hubo otra especie de ceremonia en recuerdo de Ernesto en el cementerio. Realmente era una tumba preciosa, parece irónico, pero era y aún es la más bonita del cementerio. Pablo y yo, por otro lado también lo hace su madre y demás familiares, seguimos llevándole flores cada mes, el día diez, aniversario de su muerte.
Bueno, supongo que os estaréis preguntando por qué pienso en esto cuando mi mejor amiga... bueno, está tan grave. La verdad, creo yo, es que lo hago por que así pienso que Carol ha tenido un poco más de suerte, aunque esté mal, ella está en una cama y rodeada por la gente que la quiere. Además, esto me ha dado energías y esperanzas para pensar que Carol pronto se va a recuperar. Voy a comprarle unas flores. Unas flores blancas, símbolo de nuestra amistad, que ha sido, es y será eterna.
Le susurro al oído a mi hermana que está sentada junto a mí, que voy a salir a comprar unas flores a Carol. Pregunta si me acompaña, a lo que le respondo que no hace falta, que ella puede quedarse a descansar un poco, que volveré en unos minutos.
- Por favor, dile a Pablo a dónde voy y dile que volveré enseguida.
Mientras me levanto y me dirijo a la salida, veo por el rabillo del ojo que Cris le dice algo a Pablo, que se levanta deprisa y viene a donde mí.
- Lucía, ¿a dónde vas?
- A comprar unas flores, ¿no te ha dicho mi hermana?
- Sí, por eso... ¿a qué vas a comprar flores?
- ¿Cómo qué a qué voy a comprar flores? Pues a traérselas a Carol, ¿no?
- Pero... Lucía, ¿en qué estás pensando? A Carol no le ha pasado nada...
- ¡Claro que no le ha pasado nada! Sólo quiero llevarle unas flores blancas, es un símbolo nuestro, de nuestra amistad. Estoy contenta y optimista, creo que se recuperará pronto, por eso quiero que vea las flores cuando despierte. –En este momento de la conversación estoy un poco irritada.
- Perdona, cariño, no sé... pensé que te habías derrumbado otra vez... sólo quería que estuvieras bien. –Veo en su cara que e arrepiente de lo que me ha dicho. En realidad sólo quiere ayudarme...
- Sí... lo sé... y por eso te agradezco que te preocupes por mí, de verdad. Ahora voy a comprar unas flores y ya vuelvo.
- Claro, ¿necesitas que te acompañe?
- No, claro que no. Quédate con mi hermana y con Sergio.
- Está bien. Aquí estaremos.
Salgo del hospital y enfrente veo el puesto de flores que suele haber delante de cada hospital. Me dirijo a el y veo todas las preciosas flores que hay, muchas de ellas de colores vivos, parecen alegres, sonrientes. ¿Qué cosa, no? Las flores no sonríen, no están contentas, sin embargo... lo parece. Pido seis rosas blancas y me las pone la dependienta en un ramo que hace con un lazo. Son preciosas. Las flores que más me gustan son las rosas rojas, pero estas son muy especiales, bueno, creo que ya se sabe por qué. Sonrío. La dependienta, sin saber por qué lo hago, me devuelve la sonrisa. Cojo las flores y al ir hacia la entrada del hospital me encuentro con Ángela de nuevo. Pero ahora está con un chico, su hermano, seguramente.
- ¡Lucía! Mira, éste es mi hermano.
- Hola ¿qué tal? Soy Lucía.
- Javier, un placer.
- Mi hermano acaba de llegar de Madrid... ahora vamos a dentro, mi madre le estará esperando.
- Claro, yo también voy dentro, sólo he salido a comprar unas flores. Para Carol.
- ¿Le ha pasado algo?
- No, no, sólo son para ponerlas en su habitación. Es una historia muy larga.
- Claro. –Todos sonreímos y nos dirigimos a la sala de espera.
La verdad es que estas flores dan mucho de qué hablar... todo el mundo piensa que algo malo le ha pasado a Carol... las flores no sólo se usan en malas o tristes ocasiones, sino también para alegrar. Y yo estoy alegre. Dentro de lo que cabe, claro, pero estoy segura de que pronto Carol despertará. Estoy segura.

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