CONVERSACIONES (XIV)
Tras unos minutos así, me seco las lágrimas y busco el teléfono de Ana.
- ¿Ana? Soy Lucía.
- ¿Lucía, qué tal? Hace un tiempo que no pasas por la consulta...
- Sí... la verdad es que tengo muchas cosas que contarte... precisamente por eso te llamaba. Ya lo siento por no haber pedido hora, pero no podía esperar...
- Tranquila, me lo puedes contar por teléfono sin ningún problema.
- Gracias. Mira... hace unos días, Carol, mi mejor, amiga, ¿sabes? Tuvo un accidente. Muy grave, su estado es bastante complicado y sigue en coma desde entonces...
- Lo siento, Lucía... lo siento, de verdad, yo sé el cariño que le tienes...
- Sí... y encima me he enterado de que estoy embarazada...
- ¡Enhorabuena, mi amor!
- No, es que... no sé si es tan buena cosa.
- ¿Y, éso por qué, Lucía?
- Bueno, sí, sí que quiero tener al bebé, pero ahora mismo tengo todas mis ideas revueltas... te parece si quedamos y hablamos?
- Claro, ya son las siete... ¿quieres que vaya a tu casa?
- Ya he acabado mi consulta.
- Claro, muchas gracias, Ana, de verdad.
Justo después de colgar, llaman por teléfono, es mi hermana que me dice que está con una antigua amiga y volverá dentro de una hora u hora y media. La verdad agradezco que llame, pues ya estaba empezando a preocuparme por ella. Al fin llega Ana y después de saludarla cariñosamente, pasamos a la sala, donde hablamos en el sofá.
- Gracias por venir, Ana.
- Tranquila, Lucía, ya sabes que te aprecio mucho y te he notado muy angustiada al teléfono.
- Sí, la verdad ahora mismo siento que no soy yo... no sé, mira, mejor empiezo por el principio, bueno, hace unos tres días creo, pero mira, ni noción del tiempo tengo.
- Tranquila, Lucía, trata de no ponerte nerviosa. Te escucho.
- Gracias. Mira, el otro día, Julia, la madre de Carol, me llamó y me dijo que su hija había tenido un accidente. Enseguida fui al hospital y no sabes cómo la encontré. Carol, mi amiga, ya no parecía ella estaba totalmente inconsciente y cambiada por los golpes y las vendas. Luego, hace dos días, estaba cuidando a Marcos, mi ahijado, el hijo de Carolina y Sergio, cuando le comenté a Pablo de mi retraso. Sólo eran tres semanas, pero él me convenció para hacerme un test. El caso es que dio positivo. Supongo que en un primer momento me alegre, pero con todo esto del accidente, he pensado bastante y he llegado a la conclusión de que las personas pueden irse en cualquier momento, así, sin más. –continúo chasqueando los dedos.- y yo no quiero que mi hijo se quede sin madre o padre de momento.
- Lucía... eso no le va a pasar a tu hijo. –Me tranquiliza Ana preocupada.
- Sí ya lo sé, ves, no sé qué me pasa... y encima, esta tarde, Pablo me ha hablado de mi casa y no puedes imaginarte lo que he hecho... le he sacado de mi casa a gritos, diciéndole que cómo me podía hablar de algo tan serio en un momento como este... pero lo que creo es que tengo miedo... miedo de enfrentarme a una nueva situación, vivir juntos puede no ser una tontería... y ¿si descubre algo de mí que no le gusta? ¿o se da cuenta que realmente no está enamorado de mí?
- Lucía... quiero que me escuches un momento. –Me coge las manos mientras me mira fijamente a los ojos.- lo que te pasa es muy corriente, estás preocupada por lo que pueda pasar pero no es más que miedo a, como tú has dicho, enfrentarte a nuevas situaciones. Pero no debes esconderte detrás de otros problemas como el accidente de Carol.
- Es que no es sólo un accidente, Ana... se está muriendo, lo siento... lleva en coma desde el accidente. Con ella perdería gran parte de mi vida... es que no creo que la gente pueda entenderlo, éramos “demasiado” amigas y yo...
- Ey, ey, ey, tranquila, no te derrumbes. Respira tranquila. A ver, y lo del niño, ¿acaso piensas que serás una mala madre? ¿no será eso lo que te preocupa?
- En cierto modo sí... no sé, no sé cómo voy a hacer todo lo que necesita un bebé... se puede poner enfermo, no sé cualquier cosa.
- Ya, Lucía, no te atormentes más. Estoy segura que vas a ser una madre ejemplar, como lo eres en todo lo que haces. Mira, las madres llevan en la sangre cómo serlo, incluso sin tener la más mínima idea de medicina o primeros auxilios, te sorprenderías de la habilidad que tiene una madre de curar a su hijo. –Sonreímos.- A ver... ¿tienes alguna foto de Marcos?
- ¿Cómo?
- Si tienes alguna, cógela, te va a ayudar.
- Claro. –Cojo unas fotos de cuando nació Marcos.
- Míralas, míralas de verdad, recordando.- Las miro y sonrío recordando esos momentos.
- Y ahora dime, ¿alguna vez has cuidado de Marcos?
- Sí, muchas.
- Y dime, ¿alguna vez le ha pasado algo, has hecho algo mal?
- No... creo que no, bueno, el otro día se me cayó el biberón. -Contesto sonriendo.
- Bueno, ¿y no le preparaste otro?
- Claro.
- Ves, no hubo ningún problema, si algo pasase, cualquier cosa, saldrías con algo. De verdad, Lucía, yo confío plenamente en ti, así como Pablo, tu hermana, tu familia... y ante todo Carolina, ya sólo queda que tú confíes en ti misma.
- Muchas gracias. -Ahora soy yo la que le cojo las manos. Justo en ese momento llega mi hermana y saluda a Ana.
- Yo, yo ya me iba, creo que ya he conseguido lo que quería. –Me guiña un ojo al ir hacia la puerta.- Hasta pronto, chicas.
- ¡Adios!- Uy, y ¿qué era eso que quería conseguir?
- Abrirme los ojos...
- Y ¿sobre qué? Si puede saberse, claro...
- Ven, siéntate, tengo que decirte algo.
- Aaaa, el misterio del restaurante..
- Si... Cristina... ¡estoy embarazada!
- ¿¿Cómo??
- Sí, de siete semanas.
- Lucía.... ¡¡Felicidades!! ¡No sabes cuánto me alegro! Ay... -Me abraza.- ¡por fin vas a hacerme tía!
martes, 21 de abril de 2009
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