ELISA (XV)
Después de la alegría, nos sentamos a hablar.
- Cris, también tengo que decirte otra cosa, pero no tan buena, aunque sólo me incumbe a mí...
- ¿Qué pasó, Lu? Te has puesto muy seria.
- Esta tarde... Pablo, en casa, me dijo que igual era momento para hablar de casarnos... pero me puse histérica, presa del pánico. No sé, he perdido los papeles y le he echado de casa. –Intento controlarme, pues ya he soltado bastantes lágrimas estos días.
- Pero... ¿lucía, por qué has hecho eso?
- No lo sé, ya te digo que me no sé que me ha pasado, de verdad me ha entrado pánico sólo de pensar en la idea de casarnos. He hablado con Ana.
- ¿Tu psicóloga?
- Sí.
- ¿Sigues con ella? Pensé que habías dejado las terapias.
- No, la verdad es que no, pero más que terapias son sesiones con una amiga...
- Está bien y ¿qué te ha dicho?
- Que trato de huir de los problemas, por no afrontarlos y me refugio en otras cosas, porque le he dicho a Pablo que no me hablara sobre casarnos cuando mi amiga se estaba muriendo. Dios mío...
- Tranquila, tranquila y ¿Pablo se ha ido sin más?
- Claro, bueno, sin más no, le he echado a gritos. Y después le he llamado por teléfono y le he pedido perdón.
- Y ¿te ha perdonado?
- Sí, pero está resentido, no ha querido volver o que yo fuera a verle, pero lo entiendo.
- Sí, tranquila, seguro que mañana te entenderá.
- Eso espero, porque no le puedo perder a él también.
- Bueno, ¿vamos a cenar?
- Sí, pero no tengo mucho... ¿te apetece un sándwich?
- Claro.Preparamos unos sándwiches y después de cenar, nos sentamos en el sofá y empezamos otra conversación.
- Bueno, hermanita, ahora me toca a mí preguntar ya ti responder.
- ¿Sí? Y ¿qué quieres saber?
- Pues quién es ese chico tan importante y misterioso.
- ¿Misterioso?
- Sí, nunca quieres hablar de él.
- Ahhh, ya sé, habas de Miguel. La verdad, no me apetece mucho hablar de él...
- Pero hablar con alguien siempre hace bueno, te lo digo por experiencia. Sólo quiero que sepas que puedes confiar en mí.
- Está bien, tienes razón. Tú me has contado todo... será mejor que yo también lo haga. –Tras mi sonrisa, prosigue.- Bueno, en Asturias conocí a un chico, Miguel. Él iba a mi clase y empezamos a ser amigos. Realmente me caía muy bien y siempre estaba defendiendo sus sueños, sus ideales... y por eso me gustaba tanto. Porque al tiempo de ser tan amigos, descubrí que estaba enamorada de él. También, como te dije, me ayudó mucho con los de los papás y a convencerles. Su mayor sueño era recorrer el mundo, pero no yendo de riquillo con todo pagado, sino, ir a la deriva, empezando por sus ahorros y luego trabajando por ahí en lo que saliese, hasta conseguir dinero para ir a otro país y allí lo mismo. Y el último día de clase, cuando fui a coger mis libros, encontré una nota en mi mesa. “Cristina, ha llegado mi momento, voy a hacer realidad mi sueño, voy a recorrer el mundo. La verdad es que mi sueño no es completo, pues tú no estás conmigo, pero no podía hacerte eso. No podía apartarte de tu familia por meses. Espero que en ese tiempo no me olvides. Te quiero, Miguel.” –Ahora es a mi hermana a la que le caen lágrimas por las mejilla. Acariciándole la cara le abrazo.
- Tranquila, Cristina, tranquila.
- ¿Por qué me hizo eso, Lucía, por qué? Sólo tenía que habérmelo contado, yo le hubiera entendido, pero hubiera querido acompañarlo, de veras. Sé que es una locura, pero él me había enseñado a pensar así... y nunca me había dicho que me quería, sin embargo... una carta, una estúpida carta. Realmente le odio, me hizo mucho daño.
- Pero él te pidió que le esperaras, ¿no vas a hacerlo?
- No, Lucía. No se puede disponer así de las personas ni del tiempo. Él decidió marcharse a cumplir su sueño. Bueno, yo he continuado con mi vida y ya no le voy a volver a ver.
- Lo siento, Cris...
Suena el teléfono y son mis padres. Cristina habla con ellos y yo también, pero la verdad, tampoco decimos nada interesante, más que que nos cuidemos. Después, las dos estamos agotadas y nos vamos a la cama.
Ya para dormirme, no puedo dejar de darle vueltas al día de hoy.. a mi discusión con Pablo... mañana lo primero que haré será ir a su casa... tengo que pedirle perdón... y... le diré que me casaré con él... seré su esposa. Con este pensamiento me duermo...
Estoy con mi hija, tiene un año más o menos y está jugando en el suelo.
- Elisa... Elisa, ven con mami...
La niña se tambalea, pero justo antes de que caiga, Pablo la coge en el aire y la mueve, haciendo que la niña se ría. Los miro a los dos. Tengo una familia preciosa. La mejor del mundo... pablo me pasa a la niña y miro a mi niña llena de amor.
Me despierto y sigo abrazada a mí misma... como si fuera mi hija... ¿mi hija? Me toco la tripa... todavía ni me ha crecido, sólo era un sueño... un sueño precioso... ¿Querrá eso decir que tendré una niña? No sé... pero si es una niña podría llamarse Elisa... sonrío y vuelvo a dormirme... esta vez sin soñar nada recordable.
domingo, 26 de abril de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario